viernes, 13 de abril de 2012

El curioso caso de Kanzi

 Un bonobo llamado Kanzi a los seis años había adquirido un vocabulario de 200 símbolos y construía lo que se podrían considerar frases rudimentarias formadas por una palabra combinada con un gesto o  por dos o tres palabras. Savage-Rumbaugh concluyó que la exposición al lenguaje debe empezar pronto y que las lecciones deberían avanzar según la curiosidad del animal.
Kanzi con Sue Savahe-Rumbaugh En comparación con otros chimpancés las expresiones de Kanzi son sorprendentes, pero siguen estando lejos de la capacidad humana. En un experimento se le dijo: "Pincha al perro"; Kanzi cogió una jeringa del suelo y puso una inyección a un perro de peluche. Los adversarios de Savage-Rumbaugh dicen que no hay nada de particular en que los chimpancés, o incluso los perros o los loros relacionen sonidos vocales con objetos. Ella insiste en que los experimentos que utilizan palabras en contextos nuevos demuestran que los chimpancés no sólo responden a sonidos de forma refleja. Es verdad que Kanzi contó inicialmente con la ayuda de inflexiones vocales, gestos manuales, expresiones faciales y otras pistas contextuales. Pero una vez que domino un vocabulario podía responder adecuadamente al 70% de una serie de oraciones con las que no estaba familiarizado, pronunciadas por un entrenador con el rostro oculto.
Ninguno de estos argumentos resulta convincente para los lingüistas que consideran que la prueba crucial del lenguaje no es la comprensión, sino la actuación, la capacidad de utilizar la gramática para generar frases cada vez más complejas. Shanker cree que muchas objeciones revelan un punto de vista ingenuo sobre el lenguaje. Cuando Kanzi pincha al perro tal vez se apoye en toda clase de pistas contextuales y gestos del hablante, pero eso, dice, es lo que la gente hace continuamente.
Entre algunos investigadores ronda la sospecha de que los experimentos sobre el lenguaje de los animales están motivados por intereses ideológicos tanto como científicos: por la convicción de que el comportamiento inteligente no está prefijado, sino que se puede aprender, por el deseo de derribar a los seres humanos del pedestal que ellos mismos se han erigido y defender los derechos de los animales.

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