Ya en la antigüedad se conocía la capacidad de imitación del lenguaje
humano que desarrollan los loros. Expresivos y de voz fuerte, llegaban
a articular palabras o frases aprendidas. Sin embargo, en aquel
entonces se pensaba que era una actividad repetitiva y no le daban la
importancia que se le da hoy en día.
Asombrados ante su intelecto, los científicos no paran de estudiar la capacidad de relacionarse
que poseen. Hasta ahora se sabía que utilizaban su siringe, órgano
vocal de las aves que se encuentra situado entre la tráquea y los
bronquios. Actualmente, se conoce que su lengua, a través de pequeños movimientos, puede dar forma al aire y diferenciar sonidos, de una forma muy similar a la del hombre.
A
veces, esta asombrosa facilidad para hablar puede derivar en
situaciones ciertamente cómicas. Entre las numerosas imitaciones que el
loro realizará, estarán también sonidos cotidianos como el tono de tu
teléfono móvil o el del timbre de tu casa, consiguiendo en ocasiones
que te llegues a confundir.
Los resultados que obtienen en su particular aprendizaje son increíbles. Comprendan lo que dicen o no , en sólo un par de años muchos de estos ejemplares consiguen aprender una media de entre 200 y 250 palabras, y además son capaces de utilizarlas en los momentos adecuados. Quizá esta rápida manera de asimilar se deba a que los loros necesitan verse integrados en el grupo al que creen pertenecer.
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